Antonio Méndez, encargado de mantenimiento y producción.
Juan Miguel Cuello, encargado de mantenimiento.
35 años de trayectoria profesional dan para mucho, y en todos estos años en los que grupo Agaleus ha crecido, lo ha hecho siempre de la mano de sus personas, que también han crecido profesionalmente con nosotros. Agaleus es hoy el grupo de prestación de servicios ambientales líder en Euskadi gracias a la valía, ilusión compartida y desempeño que compañeros como Antonio y Juan han mostrado a lo largo de estas décadas. Hoy somos lo que somos, gracias a su dedicación.
Os invitamos a conocer de cerca los recuerdos de estos dos compañeros recién jubilados, que son ya historia de Agaleus, y un claro reflejo del cariño de su paso por la empresa. Y del nuestro hacia ellos.
Antonio Méndez, vecino de Leioa, tiene una memoria prodigiosa. Tanto, que recuerda el día exacto en el que se incorporó a una de nuestras plantas de tratamiento. “Comencé un 24 de noviembre de 1990. Vine como encargado, de la mano de uno de nuestros compañeros químicos. El empujón de mi mujer fue definitivo para quedarme aquí y siempre he estado muy contento”. Nos cuenta lo importante que es siempre en una empresa que la cadena de trabajo y el compañerismo esté presente, o el “guiso” como él lo define. Y no se olvida de cada una de las áreas interconectadas que hacen posible que una industria como la nuestra, esencial para la actividad de las empresas y de los ciudadanos, no pare ni un solo momento, ni durante una pandemia. “En Agaleus hemos trabajado unidos Mantenimiento, operarios, Laboratorio, Compras… en muchos procesos: hidrocarburos, descargas de líquidos, de ácidos, inertización, centro de transferencia, filtro, planta de evaporación…”. Con un menú tan completo y tantas personas trabajando, “sería imposible llevarlo a cabo si no te sientes arropado por tus compañeros, ellos han visto que mi esfuerzo servía para algo y se involucraban. La dirección era muy correcta y las líneas bien establecidas”. No solo la felicidad del merecido descanso le ilusiona, también recordar que “he venido muchos años muy a gusto, con mucha presión de trabajo, pero tener una empresa como ésta es importantísimo y ha habido muchas ganas de hacerlo bien”. Ahora que Antonio vive sin prisas y en modo slow, su nuevo reloj digital, que le regalamos para celebrar su jubilación, le tiene intensamente monitorizado y comparte divertido, que le controla cómo duerme y el ejercicio que tiene que hacer. A eso le llamamos nosotros “jubilación activa” en toda regla, Antonio.
También os queremos presentar a Juan Miguel Cuello, que caminaba pocos metros para llegar a su puesto de trabajo al que se incorporó en 1992, hace 30 años. “Sigo vinculado a este barrio”. Juan Miguel comenzó avisado por su hermano, también trabajador en el grupo. Una buena espalda y buen ánimo fue definitorio para entrar. Al día siguiente a las 7am, puntual, comenzaba su historia en Agaleus. “Empecé en expediciones, continué en filtro, hidrocarburos, hasta que ascendí a encargado de mantenimiento. Con momentos buenos y malos, pero siempre me ha gustado mi trabajo, y he aprendido con la gente a saber lo que tengo que hacer y lo que no”. El cambio de hacer cosas nuevas, la actividad es lo que ha movido a Juan: “No echo de menos nada, me mantengo muy ocupado, he comprado un trastero y hago mis chapuzas. Hasta compró mi hijo un piso y le he hecho yo la reforma entera, ¡de forma voluntaria!”. No se aburrían entonces, tampoco se aburren ahora.
Un día en Agaleus
Si algo tiene en común un día en Agaleus según Juan y Antonio, es la gran actividad que sucede en estas instalaciones, en las que el tratamiento tenía que llevarse a cabo en un espacio muy reducido. “Un día en Agaleus era de todo menos aburrido, mi jornada empezaba sobre las 8 y acababa… cuando yo me iba. Recoger los partes de trabajo, revisar la producción y pruebas, el mantenimiento, atender las cargas y descargas, maniobras, comprobar el estado de las cintas. El mundo de los residuos tiene muchas cosas variables, pero como estaban las líneas bien echadas, el conjunto estaba en su sitio”, relata Antonio. Los problemas en ocasiones, “te los llevabas a casa, pero te los llevabas con carrito, no te pesa”. La experiencia del día a día durante estos años en Agaleus de Juan ha sido muy parecida, con una madrugadora mañana de consultas, partes de trabajo y una concentración en despacho. Y aquí comenzaba una labor muy importante, trabajar por prioridades. En la época de Antonio y Juan no se aplicaban técnicas o programas de flujos de trabajo que ahora son muy habituales, el valor residía sin duda en una muy positiva organización de nuestros compañeros. “Designaba a cada trabajador su tarea, comentábamos averías y propuesta de soluciones, incluía las ordenes de trabajo en el Sistema Prisma, albaranes, facturas, un vistazo por la planta porque con tiempo todo se ve mejor”. Y por si no tuviera suficiente tarea, Juan también tuvo una gran iniciativa: dejar planos elaborados con Autocad de toda la planta. ¡Aquí los tenemos y aún son una gran fuente de consulta!
“El grupo ha evolucionado mucho, sobre todo conseguir las certificaciones ISO en la década de los 2000, ha sido un gran avance en esta empresa”, cuenta Antonio. También repasan juntos las obras y cambios que Agaleus ha realizado en beneficio de la mejora del espacio y para dar mejor servicio. Juan rememora esas horas de turno nocturno en las que “si iba todo bien hacía cosas, como modificar una escalera”. Justo cuando él se incorporó a mantenimiento, agregamos el software Prisma, al que califica de “un gran acierto para Agaleus, nos ayudó un montón”.
Una charla sobre estas tres décadas inevitablemente nos lleva a una conversación sobre nuestra labor, nuestra actividad como actor principal en la economía circular, tratamiento y valorización de residuos. Antonio lo tiene muy claro: “Agaleus va a durar muchísimo tiempo. Sin esta empresa se va el entramado industrial. Cualquier fábrica pequeña tiene un residuo, por pequeño que sea, y todo lo recoge esta planta. Hace falta un Agaleus”.
Aitite, ¿tú qué hacías en tu trabajo?
La curiosidad de un niño es siempre un buen indicativo de que la educación en respeto al medio ambiente está funcionando entre las nuevas generaciones. “Mi nieto mayor ya me ha preguntado qué hacía yo en mi trabajo”, nos cuenta Antonio. “Yo le digo que mi trabajo es necesario para que los residuos de otras empresas no terminen en el mar o contaminen y el Gobierno Vasco esté contento. Recuperar lo que se puede y que, ante todo, no haga más daño”. Y así es, equipo. No solo tratamos el residuo de la industria, también el nuestro como ciudadanos (los residuos que genera la planta de valorización de residuos domésticos o nuestro aceite del coche). Nuestra realidad es que es global, y servimos al ciudadano de manera final, sin duda. Juan también lleva años sensibilizado: “por la cuenta que nos trae más vale seguir concienciando a la juventud sobre el respeto al medio ambiente. Yo creo que he intentado colaborar para que el medio ambiente sea un poco mejor”.
No podríamos estar más de acuerdo, compañeros.
Un merecido tiempo de descanso y un sentido agradecimiento
Antonio y Juan, siempre agradecidos a la vida con una sonrisa, nos cuentan que viajan, disfrutan de la vida, siempre que la salud acompañe. Caminar por el monte o “solo cocinar lo que me gusta y ver programas de Canal Cocina”, como nos cuenta Juan. “Yo es que agradezco a todos, he tenido suerte, me han respetado e intentado respetar y siempre me han escuchado”, explica Juan. Antonio comparte ese mismo agradecimiento para todo el equipo, “especialmente a Cesar Labarta que fue el que me dijo que yo encajaba bien aquí”.
Todo esfuerzo tiene su recompensa y esperamos que esta nueva etapa sea una oportunidad para disfrutar del tiempo libre y de vuestras familias. Muchas gracias, Antonio y Juan por todo vuestro trabajo e implicación y por estos bonitos recuerdos.